Desde niña, me han enseñado a recurrir a la medicina natural para curar mi cuerpo y el de las personas que amo. Aunque a veces resulta difícil y en ocasiones, necesario; también he sabido recurrir a la medicina occidental cuando es necesario. Tengo varias historias que contar para comparar estas medicinas, pero aquí hablare de mis partos, experiencias que han marcado mi vida y me han hecho creer más en lo natural. Vivía en una gran ciudad, con un médico de cabecera al que visitaba anualmente como lo indica la vida, mi ginecólogo. A él recurrí feliz, a contarle que estaba embarazada. Me dijo que tenía que ir cada mes, a control, que yo imaginaba iba a ser algo de rutina e iba a ser la oportunidad para que me contestara todas las dudas que pudiera ir teniendo a medida que mi bebé crecía. Con muchas ganas de saberlo todo, sobre el embarazo y el parto, empecé a leer, cuanto libro se me aparecía, y me empecé a dar cuenta que él, en el que confiaba tanto, iba a ser un camino seguro hacia la cesárea. Cada pregunta que le hacía, que pasa si no viene de cabeza? Cesárea, que pasa si rompo fuente primero que el periodo de dilatación? Cesárea. Mis dudas y mi miedo crecían más. Me mordió un perro cuando tenía 6 meses de embarazo, y al llegar a su consultorio después de 1 mes de la mordida, me dijo que tenía que ponerme la vacuna contra la rabia. Yo que ya me había informado que si el perro tenia rabia, mi bebe y yo moriríamos en 14 días a más tardar, huí de su consultorio y busque un ginecobstetra botánico, un médico que mezclaba la medicina occidental y sobre todo las yerbas. A mí y a mi bebé nos encantó, estuve tranquila, sin presión, cualquier molestia me mandaba un baño o una infusión, nuestro embarazo fue lo mejor. Hasta que llegó el momento del parto, semana 40, la barriga gigante, me dijo que si él bebe seguía creciendo, lo más seguro era que tuviéramos que hacer una cesárea por que no iba a salir por donde tenía que salir. Yo, preocupada, volví a donde mi ginecólogo anterior para consultarle si coincidía con su opinión. Después de hacerle unas pruebas horribles a mi bebe, me dijo que él bebe estaba muy bien y que si el medico quería inducir el parto era porque lo consideraba conveniente. Termine citada a las 8 am, en la clínica, con oxitocina en la vena, teniendo contracciones irregulares cada 1 minuto, donde aconsejada por mi médico botánico y el dolor insoportable, accedí a ponerme la epidural, ya que llevaba 3 horas y solo tenía 4 cm de dilatación, y un dolor inaguantable. Solo quería que me pusieran la anestesia, me rompieron la fuente, no sentía las contracciones, fue un parto guiado, el médico me dijo cuándo pujar, tuve a una enfermera saltando encima de mi barriga, y me cortaron 10 cm. Èl, quien me había asegurado un parto natural, dejo al final, todo su conocimiento a un lado. Estaba feliz por el nacimiento de mi hija, pero la recuperación fue la peor. Ella adormecida, no comía, en la clínica, le dieron un biberón de leche de formula sin consultarme, le pusieron vacunas sin consultarme, le dieron su primer baño, sin mi participación. Yo estaba adormecida, cansada. Las enfermeras no paraban de entrar a ofrecerme vacunas, exámenes, congelación de células madres, parecía un bazar.
Me mude, al valle sagrado, y aquí conocí por fin a Leoni, que aunque ella no lo sepa, trate de conocerla cuando estaba de visita ya embarazada de mi primera hija, no lo logré, pero nunca supe que iba a terminar lográndolo y que sería ella quien recibiera a mi segundo hijo. El embarazo fue hermoso, y el parto, aunque fuera mi segundo, fue en realidad el primero. Mis contracciones empezaron un sábado, cada hora, se iban, y volvían, el domingo camine casi 3 horas, sintiendo como mi bebé se iba acomodando, y viendo como la barriga estaba más abajo. Leoni, telefónicamente me tranquilizaba y me decía que la llamara cuando las contracciones fueran cada 10 minutos. Me acosté esa noche, sabiendo que mi hijo iba a nacer pronto. Fueron aumentando a cada 30 minutos, cada 15, cada 5, pero yo lograba levantarme, pasar la contracción y volver a dormir, solo fue hasta que ya no podía volver a la cama, porque la contracción no paraba; cuando le dije a mi esposo que llamara a Leoni porque el bebe ya iba a nacer, llego rápido, y al verme, dijo con mucha seguridad “vamos a preparar la llegada del bebe” sin ni siquiera tocarme. Tuve una contracción, ella, me dio un masaje que alivió todo el dolor, y después de esa contracción, a la siguiente, nació el bebé, rompiendo fuente, y con su cabeza afuera, lo tuve que sostener, ya sabíamos que venía con el cordón enrollado, ya Leoni me había dado instrucciones, tenía que sostenerlo mientras ella le desenrollaba el cordón, lo hizo, con un huevo en su cabecita, perfecto! Para mí fue como un orgasmo, fue mi primer parto, la reconciliación con mi naturaleza de madre. En mi casa, con mi familia, su hermana, su papá y su mamá. Una gran fiesta de bienvenida!
Gracias Leoni, por estar presente como partera, como médica para mis hijos y para nosotros y si la vida lo permite, espero que recibas de la misma forma a mi tercer hijo.