Mi nombre es Karla, mi esposo y yo tenemos dos niños, Naiara de casi dos años y Adriá de dos meses. Naiara nació en el hospital de la ciudad, en Cusco, y Adriá nació en la casa de luz, con Leonie.
Yo quiero dar testimonio de mis dos partos, me gusta hacer la comparación para hacer ver la enorme diferencia que hay entre uno y otro aunque los dos niños hayan salido por el mismo lugar y estén ahora bien.
Mi Parto I
Cuando Marc y yo decidimos ser padres nos invadió un enorme miedo sobre donde daría a luz y aunque aún era pronto buscábamos una solución alternativa al parto “convencional” en el hospital, clínica, etc. Uso las comillas, por que lo verdaderamente convencional se ha vuelto ahora alternativo.
Alrededor de los 4 meses de gestación nos enteramos por una hermana de mi madre que Leonie asistía partos naturales en el valle sagrado, Bien!! Porque estábamos a punto de mudarnos por ahí. Fuimos con Leonie, la primera cita siempre es la más difícil, muchas preguntas, mucho destape de intimidad, pero por el contrario Marc y yo nos sentimos como en casa, como cuando hablas con un viejo amigo que quiere saber todo de ti porque hace tiempo que no te ve, algo así como ponerse al día.
Definitivamente Con Leonie era la voz ¡! .
El parto es como la cereza encima de la nata, todo empieza con las consultas. Cuando vas al hospital a que te vea el ginecólogo y la obstetra, las cosas son superficiales, a todas nos tratan igual, te pesan te miden, te toman la presión, bla, bla, bla… las revisiones mensuales te van cocinando hacia el parto, yo me preparé para el parto con Leo 5 mes, pero lamentablemente por cosas del destino no pude ser asistida por ella, la cereza se convirtió en una mora muy negra. Así, en un momento me vi echada en el cuartucho de emergencias del hospital Antonio Lorena, un lugar más lúgubre que el panteón, dijeron muchas cosas, entre ellas que debían hacerme cesárea, porque mi bebé ya no tenía agua, nada podía ser peor, tenía la presión por las nubes y eso definitivamente era malo. Esa noche del 5 de setiembre dormí en el hospital, Marc afuera cuidándome de lejos porque no lo podía ver, encima aislada como si hubiera hecho algo malo. Solo me encomendé a Dios en un plegaria de resignación, me abandonaba a sus brazos y dejaba las riendas de mi embarazo en manos de enfermeras torpes, practicantes con malas calificaciones en colocar el suero, hasta un ciego hubiera podido encontrar mis venas, esa mujer me las agujereo y me dejo el brazo lleno de suero y azul. No hubo cesárea mi presión se normalizó y tuve que pujar y aunque yo quería hacerlo de la forma más natural, nadie me hoyó y sin preguntarme nada cuando me hicieron el primer tacto de la mañana me introdujeron un químico conductor para acelerar las contracciones.
Las obstetrices, ginecólogos y demás, viven una realidad paralela, donde las mujeres parturientas somos vacas a punto de reventar, mi amiga que es zootecnista trata mejor a sus animales de granja.
Me condujeron el parto con químicos, me cortaron y suturaron la episiotomía como cuando yo suturo las medias de mi marido (desastrosa) y después de que jalaron la cabeza de mi Naiara y le dejaron el entrecejo morado, hasta ahora las dos conservamos marcas, heridas de guerra las llamo yo, me dijeron que actué con flojera en el parto. What????
Naiara nació y no pude verla, ni siquiera unos segunditos para decirle “ Hola frejol, yo soy tu mamá, te acuerdas? Espero que tanto ajetreo no te haya hecho olvidar, te espero afuera mientras te cambian y limpian, te daré lechecita y te abrigaré para que no sientas el cambio de clima, etc, etc “
La trajeron después de tres horas a comer, la pobre estaba viendo doble de hambre, lactó y lactó y lactó hasta quedarse satisfecha y luego durmió toda la noche sin despertar, con una sonrisa en la cara increíble…La leche lo cura todo ¡!
Este es el testimonio de una gestación que empieza bien y termina mal en manos irresponsables, pero que con mucho coraje de mi parte para no dejarme maltratar del todo tiene un final feliz: Naiara en mis brazos, por lo demás, solo debo agradecer a una practicante de obstetricia que se dignó a mirarme, cubrirme y darme unos masajitos en la espalda, los demás no se merecen mi respeto, ni mi amargura, solo les deseo lo que yo pasé, no los cortes ni pujar contra la naturaleza: echada, sino la angustia, la tristeza y la soledad en un momento tan importante de mi vida.
Mi parto II
Y así rápidamente decidimos tener al segundo bebé y aunque nuestra situación económica no era la mejor, no queríamos esperar a ser ricos para darle un hermano a Naiara, además cada día que pasa estamos más viejetes y las posibilidades de ser ricos se agotan no? Y así sin más excusas es que Adriá ganó la carrera loca de cabezones.
Leonie me asistió desde el séptimo mes, esta vez también se me retrasó el parto como en Naiara que se retrasó diez días, en Adriá casi casi llego al año de embarazo. Hasta que empezaron las primeras contracciones que me hacían cruzar las piernas mientras caminaba como loca para poder parir naturalmente, sino leonie tendría que inducirme, claro que con métodos naturales.
Llegué a casa de Leo a eso de las siete de la noche, con Marc, Naiara y mi suegra, que vino desde Barcelona para ayudarme con Naia y para presenciar el parto, esto le hacía mucha ilusión, obviamente llegó con muchos días de anticipación, a la fecha aproximada.
Leonie nos recibió con carita de cansada pero muy expectante y cuando me preguntó cómo vamos yo no supe que decirle, no sé porque siempre digo bien a todo y luego me quejo con cara de ñu. Nos instalamos en la Casa de Luz, que waooo ¡!! Qué bonito lugar, tan cómodo, con chimenea, baño, cocina, una salita de descanso y la cama: King size ¡!! Señores ahora si estamos hablando en serio ¡!!!
Leonie me dejo para que me acomodara, yo sentía cada vez más dolor y me acongojaba tener que ver a Naiara, nerviosa dando vueltas como pollo sin cabeza y a mi suegra también nerviosa e incómoda observándome mientras yo me iba transformando en el increíble hulk.
Leonie al ver y percibir esta situación propuso sacar a mi suegra y a Naiara de ahí de inmediato, me costó acceder, pero al final le pedí que les acogiera en su casa, para yo poder gritar a mi gusto.
Ya habían transcurrido casi tres horas, hasta que se fueron y me quedé con Marc, Leonie y su asistenta Morgan, una de las personas más dulces que ha dado la tierra.
Yo colgada de un columpio para embarazadas (no sé cómo describir a esa maravillosa tela colgada del techo que me sirvió de apoyo cuando las contracciones se hacían más caprichosas) tratando de aguantar el dolor a lo macho.
Leonie se acerca a mí y con la suavidad de una pluma me pide que respire de una forma que me ayudara a liberar el dolor. Acompañado de un masaje en la espalda que casi me duerme.
Marc según lo que Leonie decía, hizo lo mismo, nunca pensé que mi esposo fuera a ser casi casi como un hada, no es que no confíe en su suavidad o sensibilidad, pensé que estaría más nervioso, paralizado al verme chillar. Pero no, se comportó a la altura y ni un momento desde que me empezaron las contracciones de verdad, me soltó, él y Morgan me ayudaban a caminar, de un extremo a otro de la habiatción, y Leonie me iba sugiriendo que hacer, como dejarme caer de cuclillas cuando viniese la contracción, esto aliviaba mucho el dolor y cada vez sentía más encajada la cabecita.
Pasaban los minutos y me parecía una eternidad, de rato en rato miraba a Leonie y el miedo
se disipaba, ella sentada comiéndose una banana, hasta me preguntó si quería, estaba tan calmada, tan en paz, tan al tanto de todo…en fin, no me comí la banana, pero si acepté con gusto las vaporizaciones, yo me sentaba en la sillita enana hueca y ellas por debajo metían una ollita con agua y hierbas, glorioso vapor que acariciaba mi adolorido trasero.
No sé cómo me di cuenta que lo que tenía que hacer no lo estaba haciendo bien, yo hasta ese momento solo toreaba las contracciones, estaba dejando que estas me asusten mucho, cuando vi en realidad lo que tenía que hacer: yo tenía que dar a luz ¡!! Tenía que sacar a ese pequeño varoncito desde adentro de mis entrañas.
Leonie me iba dando pautas para que me sintiera más cómoda y pudiera dilatar ya los últimos centímetros, yo me dormía sentía tanto cansancio y tanto dolor a la vez que aprovechaba los momentos sin contracciones para dar una cabeceada, igual Marc.
Lo último que pasó fue que Leonie me sugirió ponerme Dog style, de rodillas y recibir así la siguiente contracción, miré a Marc y con ojos exhaustos me dijo: ya karli de una aquí hazlo, eso además del dolor extremo que sentí me ayudaron a pujar con lágrimas y gritos la cabecita, salió salió uhhh , Leonie miraba con su espejito y linterna de cabeza, porque en la casa de luz, no te prenden los fluorescentes no, sino al calor de la chimenea y a la luz tenue de las velas es que traes al mundo a tu bebé, sentí la cabeza afuera, pregunté: ya está?, Leoni: falta el cuerpo. Yo: qué hago? Lenie: puja… así como la más relajada charla viendo un sunset, así en un último esfuerzo salió mi bebe, con calma, con el cordón envuelto en cuello y pies,
que con una destreza insólita, leonie desenvolvió, casi ni vi sus manos, le saco los líquidos, lo abrigo y me lo dio, así calentito, mojadito, con ganas de comer. Marc cortó el cordón y Adriá era oficialmente un individuo, respirando por sí mismo, luchando por vivir, sin haber sido maltratado, ni rasguñado por nadie.
Luego de todos acomodarnos, Leonie me reviso para ver si estaba desgarrada y oh alegría ¡ ni un solo rasguño todo intacto…
Lo que viene a continuación es solo alegría. Marc y yo hasta hoy 22 de julio dos meses después de que haya ocurrido el parto, seguimos alucinados, por varias cosas que pasaron esa noche:
el conocimiento incomparable de una mujer que se hizo sola, el poder del instinto, la sabiduría del cuerpo y si se dan cuenta de tantas diferencias entre uno y otro parto, piensen porque dramatizar algo tan natural? Porque convertirlo en un trauma?
Dios me bendijo, dándome la oportunidad de ser protagonista de mi propio parto y me amó más cuando puso en mi camino a Leonie, quien me regaló esta experiencia, jamás tendré suficiente para agradecerle lo bonito que ha sido dar a luz en sus manos.
A las mujeres que como yo, buscan lo mejor para sus hijos y para ellas, les pido que se amen, que se traten con dignidad, que informarse no cuesta nada, siempre hay más opciones alternativas, Leonie para mí fue y es la mejor.
Yo, ahora sé quién soy, sé de lo que soy capaz, mi parto me hizo ver la mujer fuerte que hay en mí.
Mi nombre es Karla, mi esposo y yo tenemos dos niños, Naiara de casi dos años y Adriá de dos
meses. Naiara nació en el hospital de la ciudad, en Cusco, y Adriá nació en la casa de luz, con Leonie.
Yo quiero dar testimonio de mis dos partos, me gusta hacer la comparación para hacer ver la enorme diferencia que hay entre uno y otro aunque los dos niños hayan salido por el mismo lugar y estén ahora bien.